AUTENTIFICACIÓN DE PRODUCTOS ORIGINALES

Los hologramas pueden ser incluidos, con óptimos resultados, en el packaging de cualquier producto para el que la condición de «producto original» sea crucial. La lista de grandes marcas muy conocidas que los usan cotidianamente es larga y prestigiosa: Intel, AMD, Canon, Panda Security, etc. Nuestros clientes pueden dar fe de la eficacia y utilidad de ese sistema. La suya con nosotros es la historia de un éxito, de la que podemos darles testimonio si así nos lo solicitan.

Incidimos una y otra vez en la relación, estrecha y confiable, que une a los hologramas con el campo de la seguridad. Y no lo hacemos sin fundamento: la holografía es pionera a la hora de dar soluciones, ya que por su propia naturaleza, un holograma es virtualmente imposible de falsificar o duplicar por medios fotográficos o digitales.

Cuando lo que se busca es seguridad y garantía de originalidad, no hay solución mejor ni de más fácil aplicación que la etiqueta intransferible, cuyo principal beneficio es que con solo verla el consumidor identifica como original el producto que tiene entre las manos.

Muy fácil y terriblemente eficaz. La mera inclusión de un sello holográfico permite a las muchas compañías que se sirven de ellos garantizar que su producto está completo, que llega al cliente tal cual fue fabricado, que su contenido no ha sido violado, adulterado ni manipulado. Y si esas características hacen de los hologramas un aliado vital de cualquier empresario en cualquier país, su valor se multiplica cuando se utilizan  en zonas como América Latina, donde la necesidad de garantizar al usuario final una compra segura se ha convertido en una obsesión para los emprendedores serios y concienzudos.

Queremos, en apoyo de esas afirmaciones, traer a colación dos ejemplos:

Actualmente, la industria farmacéutica enfrenta grandes retos para respaldar y certificar la autenticidad de sus productos. Pues bien, la prueba palpable de que las etiquetas holográficas aportan soluciones allí donde hasta ahora sólo había problemas es que las marcas transnacionales utilizan globalmente la misma estrategia de protección: el holograma.

 

Lo mismo hacen los grandes de la industria de moda e imagen de marca, un sector en el que la competitividad es enorme y no siempre leal, lo cual, unido a la existencia de marcas blancas, obliga a las compañías a defender sus marcas y productos. Tarea en la que, una vez más, los hologramas resultan imprescindibles.